El arte y sus revoluciones



Existen dos posiciones respecto del arte. La primera de ellas probablemente tiene como fuente el propio gremio de los artistas, ya que dicta esencialmente que el arte es una actividad sublime del espíritu humano. Esta determinación hace referencia a un motor interno de la creación individual, un manantial de producción de la estética, de lo bello y de lo sublime que incide directamente en la percepción del público. Desde esta perspectiva, los artistas nacen, no se hacen. La sensibilidad para inventar arte, así como para consumirla, es una virtud que sólo los seres humanos poseen -ab initio- y al igual que los sueños, no tiene límites.

La segunda actitud es más bien escéptica y establece que la actividad creadora es un campo de la actividad humana mercadeada por clases, encumbrada desde la lógica burguesa y retenida por un grupo selecto de quienes se llaman a sí mismos “artistas”: pintores, escultores, grabadores, músicos, escritores y demás personajes. El arte se aprende y se transmite. Al igual que un médico necesita de una acumulación de conocimientos específicos para interpretar una radiografía, el consumidor de arte, y el propio artista, requieren de un entrenamiento cultural particular para tomar acción en el ámbito de lo artístico.

Sartre afirmó que aprendemos del mundo según tres vías: a través de la percepción, por concepto o por imágenes. El “perceptum” está estrechamente relacionado con el conocimiento empírico, se afinca en la experiencia y recoge el material de comprensión de lo experimentado. El “conceptum” habla del saber especulativo, es decir, de la filosofía. Una radiografía que se abstrae de la apariencia para determinar la esencia de las cosas. Finalmente, las imágenes sugieren la alternativa imaginativa del pensamiento, la capacidad para crear lo fantástico y lo alusivo.

El arte, desde cualquiera de las posiciones en el principio vertidas, subyace como un lenguaje de la imaginación humana, en otras palabras, se vincula con la tercera fórmula de contacto con el mundo descrita por Sartre. No es conocimiento empírico ni especulativo, se afianza como un tercer tipo de experiencia cognoscitiva que excita los sentidos y la capacidad reticente de la representación. A decir verdad, podría relacionarse con la categoría de éxtasis místico promovida por las faunas simbólicas de la religión. El éxtasis alude a una altísima carga emocional, opuesta al pensamiento racional, y que reabsorbe íntegramente aquello que se denomina como espiritualidad.

Pero ¿qué relación emerge entre el arte y las revoluciones? El sociólogo Daniel Bell contesta brillantemente la cuestión que titula este texto: “[El arte] es la actividad más libre de la imaginación humana […] la menos dependiente de las restricciones sociales […] y por esta razón los primeros signos de cambios en la sensibilidad colectiva se hacen visibles en el arte”. De la misma forma en que los movimientos artísticos se asimilaron como vanguardias en cada tiempo... “el antiarte de algunos cultos modernos podría presa-giar el lenguaje vernáculo y el impulso destructivo de miles el día de mañana”.

Bajo este entendido me es posible afirmar, con prudencia de la letra, que el lenguaje de las revoluciones tiene un origen íntimo en el arte. Si bien es cierto que el arte es una esfera ajustada por los linajes que acumulan la riqueza y la legitimidad cultural, su discurso se inscribe como una pauta para emular la locura por sobre la racionalidad, lo onírico por encima de lo empírico. Siguiendo a Freud: el deseo por sobre las limitaciones de los recursos. He ahí el umbral común de arte y revolución: soliviantar la consciencia colectiva para luchar por los deseos siempre reprimidos del súper Yo estatal. No en vano cada nuevo movimiento artístico es considerado hereje y antisistémico, en contraposición con la gran costumbre.

Comentarios

Unknown dijo…
No soy artista. Yo soy arte.
Carlos Fausto dijo…
Usted es el arte revolucionario.
Ivonne dijo…
El archicitado Bourdieu ("Burdié" para los argentinos) dijo que la revolución se hace con capital artístico, y en la escuela de arte se adquiere...triste, fríamente así es, somos hoy tan hijos de la escuela como hace más de 200 años.
Caléndula dijo…
No puede haber revoluciones, ni microrevoluciones, sin ruptura y es una cierta locura embebida de sueños la que siempre hace punta.
Pablo Distinto dijo…
Muy interesante

Mis Saludos

Pablo Terrible
si quieres paz prepárate para la guerra, que piensan de esa frase?

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