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Mostrando las entradas de abril, 2015

Aventuras de un sociólogo inocente

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El sociólogo inocente nota que hay una concentración inusual de mujeres en el cabildo municipal del pueblo indígena donde realiza su investigación. Presto y decidido, el sociólogo se dispone a mirar las “interacciones”, cuando de pronto descubre que las mujeres, con hijos en brazos, están reunidas alrededor de un par de sujetos encargados del nuevo y radiante programa federal: PROSPERA. Mezclándose entre los nativos, el ingenuo investigador escucha con cierta distancia, como ocultándose de los aplicadores bien peinados del programa social. Uno de los encargados, al parecer el “jefe” del otro –vestido de mezclilla azul y camisa blanca, con cierta entonación de “mirrey”–, se dirigía a las mujeres con autoridad espontánea, diciéndoles: –Pues estos son los beneficios de la Reforma Energética, como les iba diciendo. ¿Les quedó claro a todas? Tienen que comunicarle a las titulares. Las mujeres, acaloradas y dispuestas en una especie de parroquia improvisada, se volteaban a m

Génesis del sentimiento religioso

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Ante la miseria del mundo —frente al triunfo del poder y el encumbramiento de los chacales y los lobos— las narrativas culturales configuraron tres justificaciones virtuosas.  La primera de ellas es el karma o el sistema de contrapesos, mediante el cual cosechamos un “justo" pago por nuestras acciones presentes o pasadas. La segunda es el dualismo entre las fuerzas del bien y del mal, el “yin" y el “yang” (protectores y demonios) como fuerzas productoras de un mundo en continu a tensión. Y, la tercera, el decreto de una potencia consciente que arregla y desarregla su creación: el dios ocioso o el dios que se oculta para burlarse de la nimiedad de sus marionetas. Bajo cada codificación de la miseria se han fundado asociaciones religiosas, es decir, mercachifles que ofrecen la promesa de una especie de venganza contra la injusticia: "¡Que a los hijos de puta les vaya bien en este mundo porque ya lo han de pagar en el infierno! ¡Sufra ahora para alcanza

A propósito del día internacional de la mujer

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–¡Aquí no existe el noviazgo! –Me cuenta una joven indígena. –Figúrese usted que a una de mis primas la casaron nomás porque sus papás la vieron platicando con un chico. Ni estaban haciendo nada ¡Se lo juro! Así como lo oye, fueron a hablar con el juez y los matrimoniaron. –¿Y siguen casados? –Sí, claro. Ahora pus, ya se quieren algo, poquito. Otro poblador me platica: –Cuando yo pedí a mi esposa ella tenía 15 y yo 30 años. Nunca habíamos platicado antes, por eso me aceptaron sus papás, porque actué con “respeto”, no cómo ahora que andan los jóvenes de novios. El mecanismo tradicional para casarse en la comunidad indígena inicia cuando el hombre visita la casa de la chica con la que quiere “juntarse" y arregla el matrimonio con sus padres. Las mujeres suelen ser más jóvenes y muchas de ellas no conocen a su futura pareja hasta ese momento. Los varones llevan aguardiente, granos, refresco y carne de puerco. El padre puede “resistirse" y hacer que el pretendie