¿Por qué somos amables con los demás?
La amabilidad o cordialidad es una forma de interacción humana con objetivos sociales específicos, sin los cuales el género humano se hubiera confrontado ya desde hace siglos de manera directa y hubiera alcanzado su extinción mucho más rápido de lo que lo está haciendo.
¿Por qué somos amables con los demás?
Las respuestas podrán sonar poco amables; en primer lugar somos cordiales con los otros porque somos cobardes, pretendemos usar la cordialidad para evitarnos enfrentamientos directos con los demás, con los que sabemos que tienen a su disposición mayor capacidad de poder. De vez en cuando conocemos a personas con la debilidad suficiente para poder ejercer en ellos nuestro poder, y entonces nos olvidamos de nuestra reglas de amabilidad para ejercer violencia, ya sea directa, indirecta, física o simbólica.
Somos amables también porque sabemos que recibiremos un incentivo o recompensa por la aplicación de nuestra cordialidad hacia las personas, o por lo menos un trato reciproco hacia nosotros. Una relación de enamorados es el mejor ejemplo, en ésta, el conquistador trata de exagerar su amabilidad hacia la conquistada con el fin de recibir de ella sus favores.
Finalmente, somos amables recurrentemente porque tenemos interiorizada esa formula social y conocemos sus buenos resultados en el trato con los demás, de esta manera, simulamos nuestro agrado hacia los otros, emitimos saludos automáticamente, repartimos sonrisas constantes y nos guardamos las palabras duras para nuestros adentros, hasta el momento en el que el enojo o una situación extrema desgarra nuestro simulacro y abortamos nuestra misión cordial para dar paso a la criatura instintiva que realmente somos.
¿Por qué somos amables con los demás?
Las respuestas podrán sonar poco amables; en primer lugar somos cordiales con los otros porque somos cobardes, pretendemos usar la cordialidad para evitarnos enfrentamientos directos con los demás, con los que sabemos que tienen a su disposición mayor capacidad de poder. De vez en cuando conocemos a personas con la debilidad suficiente para poder ejercer en ellos nuestro poder, y entonces nos olvidamos de nuestra reglas de amabilidad para ejercer violencia, ya sea directa, indirecta, física o simbólica.
Somos amables también porque sabemos que recibiremos un incentivo o recompensa por la aplicación de nuestra cordialidad hacia las personas, o por lo menos un trato reciproco hacia nosotros. Una relación de enamorados es el mejor ejemplo, en ésta, el conquistador trata de exagerar su amabilidad hacia la conquistada con el fin de recibir de ella sus favores.
Finalmente, somos amables recurrentemente porque tenemos interiorizada esa formula social y conocemos sus buenos resultados en el trato con los demás, de esta manera, simulamos nuestro agrado hacia los otros, emitimos saludos automáticamente, repartimos sonrisas constantes y nos guardamos las palabras duras para nuestros adentros, hasta el momento en el que el enojo o una situación extrema desgarra nuestro simulacro y abortamos nuestra misión cordial para dar paso a la criatura instintiva que realmente somos.
Comentarios
Un saludo es un claro ejemplo, y los saludos se dan aquí y en China.
Un saludo es un claro ejemplo, y los saludos se dan aquí y en China.
Ese es el sentido que tiene para mi la amabilidad y no la de la cobardía pero eso es algo muy mío.
Te dejo un beso, compi
A ver si nos ponemos a ello y nos das ese gustazo.
Ains, besitos de una malagueña
bueno blog socialista-psicodelico-depresivo
"besos muchos"
Lola