El proceso del amor

El amor es un discurso, un discurso del Yo que genera un proceso. Dis-cursus se refiere a la acción de correr de aquí y allá, idas y venidas, “andanzas”, “intrigas”. En efecto, el enamorado se encuentra en un estado de intriga y andanza constante, de incertidumbre y delirio cotidiano. El proceso del discurso amoroso, tan parecido a un túnel, tiene un destino similar: nace, se desarrolla y muere, esta jornada se caracteriza por tres momentos:

1. La captura: (soy raptado por una imagen) Encuentro en mi vida millones de cuerpos; de esos millones puedo desear a centenares, pero de esos centenares, no amo sino a uno, a quien adoro. Adorar quiere decir que este sujeto se ajusta repentinamente, y como en una visión, a mi deseo. De pronto entonces, brota del sujeto amado una fuerza que nada puede detener y que impregna todo lo que toca, incluso con la mirada.
Es en este momento cuando el sujeto amoroso es abordado por la angustia, a merced de tal o cual contingencia, se siente asaltado por el miedo a un peligro, la aceptación, y una vez realizada, entonces a la herida, a un abandono, a una mudanza…

2. El idilio: Lo que el amoroso ama es el amor y no el objeto. Al igual que lo que el deseoso desea es el deseo por encima del objeto. Viene entonces una serie de encuentros (citas, conversaciones, cartas, pequeños viajes) en el curso de los cuales “exploro” con embriaguez y delirio la perfección del ser amado, es decir, la adecuación inesperada de un objeto a mi deseo: es la dulzura del comienzo.
Este tiempo feliz toma figura y forma, se aleja totalmente (al menos en el recuerdo) a la secuela.

3. Las secuelas: Los resultados posteriores del delirio. El largo reguero de sufrimientos, heridas, angustias, desamparos, resentimientos, desesperaciones, penurias y trampas de la que soy presa, viviendo entonces sin cesar bajo la amenaza de una ruina que asolaría a la vez al otro, a mí mismo, y a nuestro encuentro. La posición amorosa es un delirio, por supuesto, pero el delirio no es ajeno, todo mundo habla sobre ello, lo que es enigmático es la perdida del delirio ¿Hacia donde se entra?
La miseria amorosa es indisoluble, inexorable; se debe sufrir o salirse: arreglar es imposible (el amor no es ni dialéctico ni reformista).

Bibliografía: Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes

Comentarios

Unknown dijo…
mmmmm , no estoi segura quien sos.... pero bueno, gracias por el comentario...^^
Kate* dijo…
"El amor no tiene comienzo mientras no se encuentré el final. Prácticamente difícil, prácticamente iluso. El amor es eso amor. Y sus cambios se experimentan por cada uno en diferente modo"

Gracias por visitar mi blog :)

Saludos!
Mehreen dijo…
El fenómeno del amor debe de ser especialmnte interesante para un sociólogo.. aunque yo diría que falta un escalón entre el idilio y las secuelas; es quizás ese estado tan difícil de lograr, ese amor maduro, consolidado, que lo envuelve todo, que nos realiza como personas y que lejos de encadenarnos nos hace libres..
Me gusta tu blog, y me gusta también el otro.. leer esas letras sí que es un verdadero placer :) Muchísimas gracias por tu visita y tu comentario, espero que sigamos en contacto! saludos desde el otro lado del charco.
Yurian dijo…
Me siento en la obligación de decirte que andare manoseando las letras de tu blog ^^ tienes buenos ensayos :)

Me gusta muuucho ese libro. Buena cita. Barthes es genial!

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