Elogio a la pereza

El materialismo histórico, propuesto por Karl Marx, definía al comunismo como el estado último de la sociedad, considerando que la lucha de contrarios –es decir, la dialéctica– instituía las diferentes fases del acaecer humano. Para Auguste Comte, el positivismo representaba la máxima esfera de la condición humana, al arribar a esta etapa, se encontraban superados los estadios tradicionales y metafísicos exhibidos por la sociedad desde los siglos precedentes.

Sin embargo, y a pesar de las brillantes posturas expuestas por Marx, Comte y otros importantes pensadores de nuestra era ¿no es acaso la condición humana la mejor herramienta para definir las fases de nuestro progreso social? ¿y dentro de estas condiciones, no es “la pereza” la más destacada condición que guía toda evolución humana?

Para George Simmel, la pereza es el único denominador común a todos los poderes históricos, la cual acompaña a cada uno, como su éxito, o como su sombra. Así como es precisamente el único elemento que le es propio tanto al ser corporal como al espiritual; reconciliación dualista, hasta ahora, inalcanzable en ninguno de los sistemas socio-históricos experimentados en el mundo. En el orden capitalista, por ejemplo, algunos holgazanean (los dueños de los medios de producción) y todos los demás deben trabajar; el socialista, en contraste, promete que la pereza debe distribuirse entre todos en la misma medida.

De esta manera, entendemos entonces, que el siglo del movimiento llega a su fin para dar paso a la era de la pereza cósmica, máxima aspiración de la raza humana. Toda actividad es apenas relativa, y representa un puente ¨necesario¨ para acceder a un grado mayor de pereza. En otras palabras, la actividad, e incluso el trabajo más virtuoso, no es más que un camino carente de sentido perse, si no nos convoca la idea de que, al concluirlo, nos veremos libres de él.

El desarrollo del reino de las máquinas es una prueba aún mayor de nuestra tesis sobre la resistencia a la acción. Si bien, en un principio la actividad se tornó imprescindible –durante la prehistoria la acción fue necesaria para progresar hacia etapas más formales de inacción. El primer motor, del cual hacen gala diversos filósofos desde la Grecia clásica, es la pereza. Puesto que no sólo es inmóvil, sino que la inmovilidad es su esencia, y precisamente causa de nuestros movimientos. El trabajo entonces disminuye con el progreso de las herramientas, siguiendo en esencia la guía de la evolución superior.

Finalmente ¿no es el estado de pereza el mejor camino para nuestro genio? Quiero decir, las más grandes obras se han logrado no gracias al trabajo consumado, sino a la liberación de acciones superfluas que no reditúan en producciones magistrales. No es más que pereza que sigamos la forma de nuestro virtuosismo y que hagamos sólo aquello que nos gusta y para lo cual logramos el talento. Sino, qué difícil sería para Hitler pintar la Gioconda o para Da Vinci la invasión de territorios.

Foto: Sunday Morning de gatogrunch

Comentarios

Klam dijo…
Comentaria algo, pero tengo pereza, ja.
Doctor X dijo…
habria que buscar cada quien su talento,entonces la pereza seria la inaccion de desarrollar el talento o virtud.
Carlos Fausto dijo…
La pereza sería la mejor vía para acceder a nuestro verdadero genio.
Adolfo Lira dijo…
1 - ¡Eureka!

2 - ¿Por qué Carlos y no Karl y sí Auguste y no Augusto?
Carlos Fausto dijo…
Por supuesto, he corregido Carlos por Karl. El primero fue una cita mental, mientras el segundo fue cita propiamente, por eso la discordancia del idioma del nombre.

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