Influenza, pánico y psicosis social

México aparece como la primera víctima del epicentro de un mal que ya se veía venir en el mundo y que al parecer nos visita con cierta regularidad en periodos cíclicos: las epidemias mundiales (1918, influenza española entre 40 y 50 millones de muertos; 1957, flu asiático con 2 millones de seres humanos muertos; y recientemente en 1968, la fiebre de Hong Kong que mató a un millón de personas). Lo cual no quiere decir que en este país se generó el nuevo virus catastrófico, pero que al parecer, se le ha comenzado a identificar como hecho en México. Algunos expertos (no malintencionados) ya han comenzado a denominarla como fiebre porcina mexicana, afectando en futuro la fama de los cerdos y a los mexicanos.

Mientras tanto, la población ha comenzado a sufrir los estragos de un escenario apocalíptico. Los acercamientos cotidianos han sido mermados por la “sagrada palabra” de las instituciones de salud, so pretexto de evitar un contagio masivo que nos conduzca a una pandemia de dimensiones caóticas. Los lugares de esparcimiento y concentración masiva han sido clausurados hasta nuevo aviso: escuelas, cines, restaurantes, antros, etc. Finalmente, las personas se han volcado a la reclusión hogareña, y aquellos pocos con posibilidad, han comprado suficientes tapabocas y vitaminas para protegerse (simbólicamente) de la enfermedad. Los trabajadores sin posibilidad de elección asisten a sus lugares de trabajo con la sensación de peligro.

Como nunca en nuestro país, y en adelante para el mundo, se ha construido un escenario de vulnerabilidad social masiva, lo cual inexorablemente producirá en un primer momento la sensación de peligro otrora no considerado: sospecha de contagio con el más mínimo detalle y miedo al espacio social abierto y concentrado. En segundo lugar, las energías del miedo social se concentraran en un pánico social asistido por las cifras oficiales y los rumores cotidianos de las personas: los casos no confirmados pero identificados como potencialmente riesgosos y las platicas de familiares y amigos para extender la pandemia simulada de la palabra.

Estos factores acumulados han dado comienzo a la psicosis social: La perdida de contacto con la realidad (simulacro antes establecido) y la construcción de una nueva forma de interacción social, que se caracteriza por la dificultad misma de la interacción social. Como siempre, los llamados a la sobriedad son necesarios. Los extremos parecen imposibles, pero en un escenario donde la vida se pone en entredicho los actores social no tardaran en mostrar las consecuencias: por lo pronto en la vida económica del país impactada por la falta de actividad (y apoyada sospechosamente por los organismos internacionales); en la convivencia social día a día, principalmente en las grandes urbes de donde más se desconfía; en la práctica política (donde los partidos políticos serán los más afectados); y en el olvido de temas fundamentales para el país: represiones, embustes, estado sitio, entre otros. ¡El mundo se va a acabar, el mundo se va a acabar, si un día me has de querer te debes apresurar!

Publicado en Semanario Punto No. 76
Foto: Francisco Contreras

Comentarios

Massy dijo…
Hola gracias por pasar por mi casita!

y si estuve de cumpleaños..pero fue el dia 5 de mayo un dia despues de ti..jeje y gracias por los elogios..

Un besote y nos estaremos leyendo..!!

por cierto muy bueno tu escrito..

bye!

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