La mistificación de la mujer
En nuestra sociedad se dan continuamente muestras de mistificación y mitificación de la figura femenina, lo que en un último momento no sólo provoca el actuar cuidadoso sobre las mujeres, sino la opresión, la inferiorización, el control y uso de los cuerpos femeninos por parte de la hegemonía masculina. Explico a continuación.
La mistificación se desarrolla mediante dos procesos, el establecimiento de los privilegios femeninos y el trato masculino galante. Ambas situaciones se conjugan en las pequeñas acciones de la vida cotidiana como en la de abrirle la puerta para que pueda salir del automóvil, caminar al lado de calle por la acera y levantar la silla cuando la mujer se va a sentar durante una comida.
Puedo recibir uno que otro insulto por la siguiente aseveración; pero producto de estas formas de acción social, se establecen las normas de la condición de la mujer, la ideología que las mantiene bajo la opresión del patriarcado. El resultado final de su condición las determina como seres pasivos, dóciles, ineficientes e ignorantes.
Finalmente, al principal modelo y el más respetado dentro de los cuadros sociales al que puede acceder la mujer, es al modelo mítico de la madre, el modelo femenino más valorizado. Este imagen apreciada socialmente de la mujer recibe los máximos privilegios y respetos; sin embargo la doble moral también les atribuye la obligación de inferiorización, control y uso masculino sobre sus cuerpos.
Puedo recibir uno que otro insulto por la siguiente aseveración; pero producto de estas formas de acción social, se establecen las normas de la condición de la mujer, la ideología que las mantiene bajo la opresión del patriarcado. El resultado final de su condición las determina como seres pasivos, dóciles, ineficientes e ignorantes.
Finalmente, al principal modelo y el más respetado dentro de los cuadros sociales al que puede acceder la mujer, es al modelo mítico de la madre, el modelo femenino más valorizado. Este imagen apreciada socialmente de la mujer recibe los máximos privilegios y respetos; sin embargo la doble moral también les atribuye la obligación de inferiorización, control y uso masculino sobre sus cuerpos.
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