Calderón no termina: Subcomandante Marcos

Hay más de un punto en el que no concuerdo con el subcomandante Marcos, sobre todo en las épocas electorales, en las que catalizo el perfil negativo construido sobre la figura de Andrés Manuel López Obrador.

El 2 de julio Marcos logro uno de su objetivos (que Calderón fuera el ganador “legal” de la contienda a través del fraude electoral), las declaraciones de Marcos buscaron en todo momento estigmatizar el perfil del ahora presidente legitimo; pero no porque comulgue con la extrema derecha, sino porque sus movimientos maquiavélicos buscaron erigir al panismo en el poder por seis años más, para que sus políticas recalcitrantes y neoliberales ponga la situación del país en un extremo de ingobernabilidad, y mediante ello el pueblo adquiera conciencia de sí, y opte por las vías revolucionarias, para modificar la estructura de explotación neoliberal que tanto afecta a las clases oprimidas, entre ellas, por supuesto la indígena.

Es interesante observar que ante la efervescencia de la vida política y social mexicana, provocada por el movimiento de la APPO en Oaxaca y la convención nacional a nivel nacional, Marcos busque encender las luces del zapatismo para aprovechar la coyuntura de ilegitimidad que rodea al próximo gobierno de Calderón.

La transformación que busca el EZLN es en todo momento revolucionaria y busca cambiar las estructuras políticas, económicas y sociales de una manera total, pero comenzando por la base, que es la sociedad. No se hasta que punto la conciencia de clase de la población mexicana avance hasta el punto de la conciencia revolucionaria, y hasta que punto las influencias estadounidenses lo permitan, Sin embargo es de gran importancia conocer la manera en que este movimiento indígena de liberación nacional busca la equidad social.

El siguiente es un fragmento de una entrevista muy buena de Zósismo y Flores en Voltairenet.org:

—En la UNAM dijiste que ya no iba a haber sistema político mexicano para 2012. Qué es lo que va a haber entonces.

—Mira, Calderón no termina. Eso sí. No termina por los de abajo, por el descontento social que se provoque y que esté organizado. O no termina por los de arriba, porque el afán de conquista que tienen las grandes trasnacionales no se va detener ni siquiera con esta especie de cortina muy tenue que son aún las leyes mexicanas de protección. O sea, van por todo. Y lo que eso va a provocar son rebeliones espontáneas, aisladas, que van a terminar en derrotas si no nos organizamos.

Pero la derrota no es sólo que el movimiento fracase. La derrota es que esto se convierta en una guerra civil, de sálvese quien pueda. Cerrada la frontera como la están cerrando, a dónde van a ir los campesinos despojados, los estudiantes egresados de las universidades sin trabajo, la gente que se desplazada de las fábricas, todos los cinturones de miseria, que ya están tratando de disputarles a las urbes el espacio urbano, el que esté creciendo cada vez más el ambulantaje y por otro lado esté creciendo al represión para darles más espacio a los centros comerciales. Calderón no termina.

Lo que falta por definir es si a la caída de Calderón sigue otro país o sigue otro remedo de tránsito. Nosotros decimos: las crisis fundamentales no se resuelven necesariamente con un cambio, porque el de arriba tiene la capacidad de regeneración. Entonces si no hay una alternativa sí es posible que en lugar de Calderón entre otro y que haga lo mismo y trate de administrar a mediano plazo lo que es inevitable, que es la destrucción de las bases fundamentales de la nación. Lo que nosotros decimos es que cuando ese momento llegue tiene que haber una alternativa de izquierda que ponga el dedo en el punto central: lo que está aquí mal es el sistema económico y sobre él el sistema político, jurídico, ideológico, cultural que se mantiene con base en eso.

Nosotros decimos, destruyendo uno, para qué nos vamos a detener: destruyamos todo. Nosotros empezamos a plantear esto cuando se gesta la Sexta Declaración como un mecanismo de resistencia, que es nuestra especialidad. Nosotros decimos: lo que necesitamos es organizarnos para resistir el embate neoliberal. Pero para resistir el embate neoliberal necesitamos una fuerza muy grande. Si la organizamos, por qué detenernos en la resistencia. En lugar de hacer una cerca para que el lobo no robe muchas ovejas, mejor vamos por él y liquidémoslo.

Publicado: Noviembre 2a quincena de 2006 | Año 5 | No. 68

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