El fracaso de dios
Si es que existe un dios manifiesto que no admite dudas sobre su ontología, ya Marx lo ha revelado claramente hace un par de siglos. Se llama Capital y ante él concurren, con fervor y sin excepción, todos los habitantes del planeta -ejército de creyentes que alumbrados en el siglo de la globalización, profesan la sagrada palabra del monetarismo con o contra su voluntad. Las religiones se incrustan con la ritualística adecuada en la consciencia de la sociedad, a través del mito, primero, y del rito posteriormente. El dios dinero cuenta con uno o más templos a la vista para abrazar su fervor, se llaman también bancos y conforman las arterias de la dogmática actividad religiosa del Capital. La circulación y acumulación sacra que da vida al misticismo de las monedas y los billetes. Los pastores del oro se llaman también economistas, secretarios de Hacienda, gerentes y presidentes del Fondo Monetario Internacional y del Consenso de Washington. Sus cónc
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