Existen dos posiciones respecto del arte. La primera de ellas probablemente tiene como fuente el propio gremio de los artistas, ya que dicta esencialmente que el arte es una actividad sublime del espíritu humano. Esta determinación hace referencia a un motor interno de la creación individual, un manantial de producción de la estética, de lo bello y de lo sublime que incide directamente en la percepción del público. Desde esta perspectiva, los artistas nacen, no se hacen. La sensibilidad para inventar arte, así como para consumirla, es una virtud que sólo los seres humanos poseen - ab initio - y al igual que los sueños, no tiene límites. La segunda actitud es más bien escéptica y establece que la actividad creadora es un campo de la actividad humana mercadeada por clases, encumbrada desde la lógica burguesa y retenida por un grupo selecto de quienes se llaman a sí mismos “artistas”: pintores, escultores, grabadores, músicos, escritores y demás personajes. El arte se aprende y se transmi
Si es que existe un dios manifiesto que no admite dudas sobre su ontología, ya Marx lo ha revelado claramente hace un par de siglos. Se llama Capital y ante él concurren, con fervor y sin excepción, todos los habitantes del planeta -ejército de creyentes que alumbrados en el siglo de la globalización, profesan la sagrada palabra del monetarismo con o contra su voluntad. Las religiones se incrustan con la ritualística adecuada en la consciencia de la sociedad, a través del mito, primero, y del rito posteriormente. El dios dinero cuenta con uno o más templos a la vista para abrazar su fervor, se llaman también bancos y conforman las arterias de la dogmática actividad religiosa del Capital. La circulación y acumulación sacra que da vida al misticismo de las monedas y los billetes. Los pastores del oro se llaman también economistas, secretarios de Hacienda, gerentes y presidentes del Fondo Monetario Internacional y del Consenso de Washington. Sus cónc
Comentarios
si ya estamos más puestos que un calcetín
nosotros no llegamos nunca hasta adelante del Zócalo por que llevo muchos niños...
casi siempre nos quedamos en la alameda
BellasArtes y cuando se pone hasta el gorro nomás al caballo amarillo
No me gusta hacerme presente porque
hay un montón de panistas metiches
que andan tras mis huesitos.... por pelada jajajaaa
PERO DE QUE NOS VEMOS NOS VEMOS
UN ABRAZO.